En junio de 2019, me tocó hacer dos días de cuarentena.
En una habitación con restos de popó de ratas.
Nos ubicamos.
Lagrangeville, New York.
En el 2019 me fui a hacer una temporada en un summer camp, esa movida que hacen los americanos en el medio del bosque. El verano recién comenzaba, y yo estaba trabajando como profe de música.
El mejor puesto del mundo.
Para el iluso, ilusa o iluse que no sabe qué es un campamento de verano ni vio las películas de Lindsay Lohan, les cuento como es la movida.
En Nueva York en verano hace más calor que en las axilas de Satán. Pero en invierno se pone más frío que culo de pingüino. Por eso, durante muchos meses, las cabañas de madera quedan abandonadas y tapadas de nieve.
Cuando llega el calor, hay que entrar, limpiar y desinfectar todo. ¿Por qué? Bueno, los bellos animalitos del bosque se arman terrible festín cuando no hay humanos en el campamento.
A mi me tocó la noble tarea de limpiar la sala de música.
Yo tengo mucho estómago, pero cuando abrí esa puerta… madre mía.
Desorden generalizado. Popó de ratas por los rincones. Unas avispas habían hecho un nido dentro del pianoforte, y tuvimos que llevarlo al basurero. Las bellotas tiradas por el piso delataban que las ardillas también habían pasado por ahí.
A desinfectar se ha dicho
Mis compañeros de trabajo se reían mientras me veían limpiando con mascarilla, lavandina y un traje de astronauta hecho a base de bolsas de plástico.
Yo sabía que había muchísimos agentes patógenos en el aire. Ser de la Patagonia, tener padres médicos y ver de cerca las epidemias de Hantavirus te dejan un poco traumado con el tema. Y además digo cosas rimbombantes como “agentes patógenos” en vez de decir bichos como la gente normal.
Es culpa de mi madre.
Mientras apilaba bolsas con AD/CD sonando a todo volumen, rezaba que mi cuerpo tuviera las suficientes defensas contra las bacterias del hemisferio norte..
Va a ser que no.
A los dos días me desperté con fiebre y con dificultades para tragar saliva.
Tenía una angina con placas.
Me llevaron al médico, y 120 dólares después, tenía mi diagnóstico, un cepillo de dientes nuevo y mis antibióticos.
Me dejaron dos días en cuarentena en la enfermería. Era el tiempo prudencial para que dejara de ser contagiosa. No pude ver a nadie más que al popó de ratas debajo de mi cama, pero no importaba porque no tenía energía ni para respirar.
Tengo una cirugía en las cuerdas vocales y cualquier cosa en mi laringe me ataca como una ardilla endemoniada.
Dos días después renací como el ave Fénix y tuve un verano alucinante.
Fueron las pastillas más caras de mi vida, pero podrían haber costado 8X más
Soy de tomar malas decisiones, pero cuando viajo, hago las cosas bien. Bueno, la mayoría de las veces.
Cuando elegí la empresa para hacer esta travesía, investigué sobre mi seguro de viajes.
Lo compré online en esa misma empresa, pero tampoco es muy novedoso lo que te estoy contando. La cuestión es que la agencia tenía una guía para hacer los trámites online (Estados Unidos tiene un sistema de salud complejísimo) con números, direcciones y procedimientos. En un llamado de dos minutos, estaba todo resuelto.
Cuando tocó ir al doctor, yo tenía todos los papeles en mano para no morir en la indigencia. Sin seguro, la joda me hubiese costado 890 dólares.
Lo que esta historia nos enseña de las ventas online, y como la pandemia va a cambiar para siempre la compra de viajes
Cualquiera que venda viajes y sea una persona seria, tiene que incluir seguros.
Esto es así, de toda la vida.
Yo no sé ustedes, pero en mis días de guía de turismo, el tema seguros era bastante engorroso. Tenía que completar una planilla cuando tenía los pasajeros al comienzo del tour, y perdía unos preciosos 20 minutos haciéndolo.
Vivía con el miedo de no tener las fichas médicas a mano en una emergencia, porque la agencia para la que trabajaba no era de lo más prolija..
Hoy no me subiría a un bus si esas cosas no están resueltas de antemano.
¿Y sabes qué?
Lo más probable es que tu cliente tampoco lo haga.
Estamos en el 2020, el año del COVID, cancelaciones, incertidumbre y zombies. La planificación a la hora de viajar se hizo indispensable, y todos estamos muy atentos a este tipo de detalles.
Muy atentos antes de comprar.
Cuando subimos al bus, no.
Cuando estamos por comprar un tour, sí.
Puede que muchas agencias todavía sigan trabajando como la mía en el 2012, haciendo cadenas interminables de emails para conseguir fichas médicas y con más desorden que la sala de música del summer camp.
Internet es fría. Si no hay garantías claras, la venta se enfría todavía más.
En nuestro servicio para agencias de viaje, te incluimos un motor de reservas. Entre las muchas magias que hace esto para tu negocio, te permite añadir los seguros médicos en la misma reserva. Y además, puedes solicitar fichas médicas (si lo necesitas) con emails automatizados.
Como dice Mirta Legrand: Además de ser bueno, hay que parecerlo.
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Abrazo de gol,
Rocio de Turistipedia